Todavía hoy me acuerdo dónde estaba y que hacía en el momento en que Andrea me dijo que aquel bultito que tenía, era cáncer. No me lo podía creer, en los instantes siguientes, entré en shock, empecé a negarlo, a pensar que no lo había entendido bien, ¡éramos jóvenes, esto a nosotros, no nos podía pasar!
En aquél momento me acordé también de seres muy queridos y cercanos que había perdido por culpa de esta enfermedad, sólo deseaba con todas mis fuerzas que está vez el final fuera muy distinto.
Aquella misma noche, Andrea nos pidió que fuéramos a cenar en el piso que tenían con Gerard. Hace más de 20 años que nos conocemos y fue la primera y la última vez que estando con ella no me salían las palabras. La cena empezó siendo tensa, ninguno de nosotros sabía cómo sacar el tema ni mucho menos como afrontarlo, entonces fue cuando nos prometió que juntos saldríamos adelante, empezamos a bromear sobre la gravedad del tema sin ser trágicos ni dramáticos, aquél día, fue cuando Andrea empezó a ganarle la partida al cáncer.
Han pasado 10 meses hasta que hemos podido celebrar que nuestra amiga estaba realmente curada, durante todo este tiempo nos adaptamos para poder seguir saliendo a cenar, a la playa y disfrutar de cada instante como habíamos hecho siempre. Realmente, esto nos ha hecho crecer y también ha fortalecido nuestra amistad.
Personalmente pensaba que conocía mucho a Andrea pero ha logrado sorprenderme la integridad y la actitud con la que ha afrontado esta lucha. Me quedo con una frase que repite mi padre a menudo: “lo importante no son las cosas que te pasan en la vida, sino que haces con las cosas que te pasan en la vida”.
En el momento en que Andrea me explicó que tenía cáncer me cayó el mundo encima. Ella y yo éramos compañeros de piso y ya hacía días que en casa se respiraban nervios e, indirectamente, nos preparábamos para aceptar una realidad muy difícil de digerir.
En el momento de la noticia mi cabeza empezó a hacerse preguntas: “¿Cómo debo actuar?”, “¿Tengo que estar más por ella? ¿Tengo que dejarle espacio?”, “Pero si le dejo espacio puede ser que se piense que no quiero saber nada de ella “,” Pero si estoy demasiado encima puede ser que se agobie y coge distancias “.
Realmente, mi consejo es hablar las cosas desde el primer momento. Ella siguió siendo la misma persona de siempre. Estaba enferma, sí, pero ella quería y debía continuar siendo la Andrea de siempre. Hablar las cosas no quiere decir estar hablando todo el día del cáncer, ¡al contrario! Hablar las cosas significa dejarle claro que tú estarás allí siempre que lo necesite y explicar que ella es quien debe marcar como tienen que ir las cosas a partir de ahora.
Hay que encontrar un momento para hablar las cosas, para resolver dudas, para llorar pero un momento como éste quien debe marcarlo es la persona que “no está bien”. Es necesario que sea ella quien decida cómo afronta la realidad y que nosotros, los amigos, estemos preparados y mentalizados para todo. Curiosamente, con Andrea decidimos reirnos del cáncer. Ya que no podíamos hacer otra cosa, al menos intentar reír al máximo. Sí que es verdad que esta es una buena manera de afrontar los problemas, pero cada persona es un mundo y no sabemos nunca como acabaremos actuando. En todo este tiempo, sonreíd, sed fuertes y tened una actitud positiva (aunque sea forzada).
Los amigos no podemos curar el cáncer, pero podemos hacer que todo el proceso sea más rápido y divertido. ¡Esto sí que sólo depende de nosotros! Tenemos que intentar que la vida no se detenga y buscarle más sentido que nunca. Que te diagnostiquen cáncer no debe ser el fin del mundo, debe ser el inicio de la guerra para combatirlo con uñas y dientes!
En mi caso pasé parte del tratamiento de Andrea residiendo en el extranjero. Estar lejos de un amigo durante su tratamiento tiene sus ventajas y desventajas. La mayor desventaja es la distancia y no poder vivir el día a día con la persona, sin embargo también es una oportunidad, ya que esa distancia hace que las conversaciones sean más amenas, distintas y permitan desconectar del tema.
En mi caso, creo que fue importante mantener conversaciones regulares con la persona, pero no necesariamente sobre su tratamiento. Es decir, hablar sobre otros temas, anécdotas y cotilleos, puede ser una buena manera de desconectar del día a día. Lógicamente, es siempre importante saber qué tal está o cómo se siente, pero las conversaciones nunca se deberían centrar en esa tema en concreto. Los amigos en común también pueden ser una vía de información, por lo tanto, puede ser útil hablar con la persona durante sus momentos de bajón.
Otra vez, lo importante es desconectar, reírse y reducir lo máximo posible la distancia. Yo normalmente hablaba con Andrea sobre cosas en común, cotilleos o nuestro día a día. Dejando los últimos minutos siempre para asegurarme de que todo iba bien.
¡Por fin jueves! Tras semanas de duro estudio, llegaba el día más esperado, al fin terminaba los exámenes del primer semestre de segundo de carrera. Al fin “era libre”, me sentía contenta y satisfecha del trabajo realizado durante ése semestre, estaba segura que tendría recompensa. ¿Qué menos que salir a celebrarlo, no?
Así fue, a pesar de que me costara bajar a Barcelona y salir con los de la clase (vivo a 21km de la ciudad) ese día no dudé en bajar a celebrarlo, la ocasión lo merecía. Me tomé la tarde para mi, me eché una siesta que me vino bastante bien después de noches de poco dormir, ducha, música y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba sentada en la mesa del restaurante brindado con los compañeros de mi clase.
La noche fue bastante bien, nada a destacar, lo típico en chavales de 19 años.
Viernes 1 de febrero de 2013, fecha que juraría que ninguna de nosotras olvidaremos jamás y que a día de hoy se me ponen los pelos de punta al escribirla. Desperté con un poco de dolor de cabeza, aquel día una de mis amigas del colegio, con las que comparto todo y más, iba al médico tras meses de molestias en la parte superior de la pierna izquierda, casi casi en la cadera. Ya había pasado por manos de varios médicos, cada uno con diagnósticos distintos: coágulo de sangre, ciática.. Finalmente, y por suerte, Mireia recibió asesoramiento del padre de una de mis amigas del colegio, con las que compartimos todo y más, un magnífico profesional y mejor persona. Durante esos meses en que Mireia se quejaba del dolor que le producía la pierna, la verdad es que contemplé todas las opciones: esguince, mal gesto al andar, un golpe fuerte.. de todo menos un tumor, ni mucho menos maligno. En contra y destrozando todas mis teorías “médicas”, que poco se yo de eso, soy de letras, cayó el gran chaparrón. Fuerte, oscuro e intenso, retumbando como un tambor en una marcha militar, acelerando mi corazón a más no poder: era un tumor, maligno y de tercer grado.
Creo que la palabra que más puede describir mi situación de entonces es perdida, era incapaz de asociar la palabra tumor a una de mis amigas de toda la vida. Es decir, tumor (con todo lo que conlleva) y Mireia (persona alegre, dulce, con genio pero que tiene el don de sacarte una sonrisa cuando ella desea).
IM-PO-SI-BLE, la noche y el día, blanco y negro, perro y gato o gato y ratón o como sea. Mireia me sorprendió enormemente con su actitud ante el problema, me corrigió y me enseño, sin ser consciente, a tratar uno de mis mayores defectos: perder el tiempo lamentándome de lo cruel que puede llegar a ser la vida, hay que aceptarlo y pasar a la acción. Dicho y hecho.
En ningún momento dudé que nuestro grupo de amigas se iba a convertir en una familia inseparable, en un punto de apoyo incondicional, pero a pesar de ello temía la reacción de cada una de ellas ante la situación, si les veía mal, os aseguro que me derrumbaba. Jugábamos un papel muy importante para ella, yo quería que nos convirtiéramos en la mejor medicina para ella, quería que Mireia se sintiera protegida y refugiada con nosotras, quería que siguiera siendo ella, que se apuntara a todo pero sobretodo que luchara como una auténtica guerrera con fuerza y ganas de ganar la batalla.
Nosotras. Cada una de nosotras tan iguales pero a la vez tan distintas aportando la pieza y el toque perfecto para el equipo: la realista, la mimosa, la positiva, la negativa, la “happy”, la dramática, la dependiente, la independiente y Mireia, espíritu joven 100%, la juerguista numero 1, con ella nunca te va a faltar nada. Tal y como he dicho anteriormente nosotras jugábamos un papel muy importante para ella, pero ella, no iba a ser menos y jugó un papel muy importante para nosotras.
Sin decir nada pero con gestos, día a día nos daba ese empujón, cuando le miraba a los ojos me transmitía una energía positiva con la que llegaba a casa y antes de ir a dormir me repetía “todo saldrá bien”. No importaba el bache que se le acercaba, ella iba a pasos de gigante, dando una lección de superación a todo el mundo. Quiero pensar que nosotras y su familia también le dimos esos empujones que necesitaba, que esa energía la sacaba de algún sitio que todo era mutuo, si no la definiría como algo fuera de serie.
Con sus altibajos superamos el tratamiento con éxito, con el final llegó la operación y la radioterapia. Sufrió, estoy segura, pero ella nunca lo mostró. Ganó la batalla. Me llevo imágenes tan limpias de este periodo de tratamiento, un periodo duro para todas y sobretodo para ella pero que no me quito de la cabeza: cuantos “mano a mano” en verano saliendo hasta las tantas de la noche en Sant Cugat, cuantas tardes en el sofá, cuantas “risoterapias”, cuantos abrazos, cuantas emociones, cuantas lágrimas, cuantas sonrisas, cuanta superación, cuanto que aprender..
Fin de trayecto. Cierro la caja y la meto al fondo de mi armario, donde quizás dentro de unos años la abra para recordar, pero que ahora mismo no me apetece tenerla a la vista. Quiero seguir viviendo, con ella y con todas mis amigas.
Tercero de carrera algo difícil, cuarto de carrera ya vamos viendo el final del túnel, ya vamos viendo la luz. Por mi parte, un cambio abismal, seguro que la caja tienen mucho que ver con el cambio que he pegado, por fin me lanzo en el mundo laboral y empiezo a asumir con varias responsabilidades, aumentan los deseos, los sueños de cuando eres joven y las ambiciones. Quiero aprender, quiero experiencias, quiero crecer como persona, no en el sentido de que quiera ser mayor sino en el sentido de que quiero formar una buena persona adulta, profesional, impoluta e impecable. Lo más cerca de lo correcto y de la perfección.
Para ello pensé que lo mejor que podía hacer es acabar de formarme como profesional, buscando y buscando, la vida me brindó la oportunidad de mudarme a Madrid a estudiar un Máster de mi especialidad en una de las universidades más prestigiosas del país.
Justo cuando parecía que todo iba retomando camino, que la normalidad había vuelto, PAM. Otro chaparrón.
Hace un mes y medio nos volvieron a dar una mala noticia, Mireia había recaído, esta vez en la pierna, estomago y pulmón. Buah. No me lo puedo creer, ¿otra vez? ¿ahora que me voy? No lo podré soportar. Yo sin ella, no. Quiero estar a su lado, quiero volver a ser su medicina. Quiero volver a ayudar a ganar la batalla.
Tocará buscar la cajita en el armario, abrirla y coger fuerzas de nuevo. Me gustaría estar a su lado incondicionalmente como lo estuve la ultima vez, aún me queda un mes para irme y dedico la mayoría de mi tiempo a estar con ella. Se que a pesar de que físicamente no esté a su lado, ella sabe que lo estaré tanto anímicamente como mentalmente. No la voy a defraudar.Por otra parte se que ella es fuerte, valiente como nadie y que su “ejército” va a hacer lo posible para que ganemos esta batalla de una vez por todas. Con éxito.
Mireia ha demostrado ser fuerte y que a pesar de que parece imposible que le toque esto, ha cogido el toro por los cuernos y el cáncer se ha convertido en su compañero de viaje. Cuanta admiración.
Como “nunca vas a ser menos”, quiero gritarle al mundo que eres fuerte, somos fuertes, vamos a salir de esta. Te juro que vamos a salir de esta.
Cuando llevas 21 años sin separarte de una persona crees conocerla, crees conocer todas sus reacciones, todo lo que le hace sentir feliz y, lógicamente, lo que le hace sentir triste. Así me sentía yo, nuestras vidas se unieron en la guardería, cuando aún no teníamos uso de razón y así, juntas, fuimos pasando los años, hasta ahora, que ya tenemos 22.
Han sido años en los que la vida nos ha tratado muy bien, aunque juntas hemos vivido, y aprendido a convivir, con malos momentos, muy malos momentos, pero esto es lo que nos ha hecho crecer juntas y, como decía, creer que nos conocíamos a la perfección. Pero cuando llegó la noticia vi que posiblemente no nos conocíamos tanto creía; su entereza, su fuerza, y su mentalidad positiva (aunque tengo que reconocer que se caracteriza por ser la persona más “quejica” del mundo) me llegaron a asombrar a niveles insospechados. Siempre he estado orgullosa de ella por ser como es, es maravillosa, no la puedo definir con otra palabra, creo que nació con una estrella y ella es magia; sin negar que tenemos nuestros más y nuestros menos pero eso se debe a lo que nos conocemos y a que nuestra amistad, por encima de todo, es real.
Nosotras nunca en la vida nos hemos separado, la primera vez que pasamos por este proceso (porque creo que, intentándole buscar el lado positivo, si es que lo tiene, se le tiene que llamar proceso) lo hicimos juntas, el grupo de 9 amigas se convirtió en una sola persona, éramos una, y solo teníamos un objetivo, salir de esta. Así fue, Mireia se recuperó y volvió a ser ella, volvió a brillar con su magia; ese carácter tan alegre y a la vez tan fuerte volvió a aparecer y, sinceramente, no podía ser más feliz.
Meses después la vida nos dio, otra vez, un buen bofetón que a mi me dejó… no puedo explicar con palabras como me dejó, quizás la palabra es impotencia, pero tampoco creo que sea esta. Es un sentimiento de dolor tan profundo que no sabes ni como reaccionar; no, no lo puedo expresar con palabras. Recuerdo que era lunes, yo esa tarde cogía un avión para irme de vacaciones a Canarias y ella nos dijo que el médico “vio algo” y que se tenía que hacer pruebas. Sinceramente me plantee de forma muy seria no irme pero quería ser positiva, quería pensar que todo iría bien, que la noticia no seria mala. Subí al avión pensando en ella, pensando en que si algo malo pasaba no me perdonaría nunca en la vida no estar a su lado. Y así fue, aún no me he perdonado estar lejos de ella el día en que le dijeron que esta maldita enfermedad se había vuelto a entrometer en su vida. Recuerdo que estaba en el coche camino al supermercado y me rompí, no quería estar allí, solo quería volver y estar con ella.
Pero, una vez más me ha sorprendido, me está sorprendiendo, ¿cómo se puede ser tan luchadora? ¿com pots ser tan forta amor meu? Ella, una vez más, dándonos lecciones de vida a todos los que la rodeamos, porque es ella y su vitalidad la que nos hace ser positivos y estar convencidos de que una vez más acabaremos con esta enfermedad.
Pasaremos el proceso juntas, siendo de nuevo una sola persona, y aprendiendo de ti.
Creo que lo único que puedo hacer es estar a tu lado y darte fuerza aunque, ten clara una cosa, tu sola puedes con todo porque eres una superwomen como pocas hay en el mundo.
Por todo esto no solo te quiero sino que te admiro, te admiro mucho.
Ahora tenemos que afrontar lo que la vida nos ha puesto delante con fuerza, con mucha fuerza, pero estoy segura de que, una vez más, le vamos a plantar cara a este obstáculo que nos ha puesto. Porque como siempre te digo: “la vida es una carrera de obstáculos y cuando vemos el primero no nos podemos parar, tenemos que seguir adelante, saltarlo, y plantarle cara para seguir y afrontar los que vendrán después”, y precisamente haremos esto, plantarle cara a la vida.
STAY STRONG PORQUE VAMOS A SALIR DE ESTA.
Todo el mundo ha podido vivir o escuchar de alguien que ha vivido el momento en que alguna persona cercana te dice que tiene cáncer. Es por eso que a lo mejor tendemos a pensar que cuando llegue ese momento seremos capaces de afrontar la situación sin muchos problemas y que nos erguiremos como un punto de apoyo vital des de el momento cero.
Creo que lo más importante es estar siempre disponible a ayudarla y en que ella lo sepa sin tener que decirle cada día si esta bien o si necesita algo. Eso no quita tener detalles o actitudes de más afecto, conseguir hacerla sonreír lo máximo posible y en general demostrarle que la quieres. En definitiva, hay que ser más que nunca el mejor amigo posible.
Nunca es fácil recibir esta noticia, venga de un familiar, de un amigo/a o tu pareja. Y aún es más difícil cuando inmediatamente después de recibir la fantástica noticia de que una persona lo ha superado, te llaman para decirte que otra persona igual de importante en tu vida va a tener que pasar por lo mismo. Pero tienes que sacar fuerzas y el mismo optimismo otra vez por ella, y volver a empezar el camino, su camino, y estar en todo momento para lo que ella necesite, sin dejar que caiga o levantarla siempre que lo necesite.
Así que en el momento en que lo sabes toca mirar para adelante, apoyarla y hacerle ese trayecto lo más fácil posible dentro de lo que cabe. No puedes hacer nada más que entenderla, porque aunque tu ya hayas pasado por esto una vez con alguien de tu familia, cada persona es un mundo y este obstáculo se supera de forma muy distinta. Tienes que acoplarte a ella e intentar hacer lo que necesita de la mejor forma, sin que te lo pida. Aunque puedas pensar que ya sabes cómo funciona todo esto porque lo acabas de vivir, nunca dejas de aprender más e informarte mejor para permanecer a su lado.
Y así empecé de nuevo su lucha, a su lado, sin perder nunca las ganas de luchar ni de poner una sonrisa en su cara, y ella en la mía. Porque una vez ella le gana la partida, sin haber dudado nunca de que eso pasara, el lazo que os une es mucho más fuerte, habéis luchado codo con codo, y aunque el trabajo más duro obviamente lo realiza ella, tú has estado allí poniéndoselo todo más fácil o al menos intentándolo.
Y al final es ella quien te enseña, quien te ha dado una enorme lección sobre la vida, una que no aprenderías en ningún otro lugar. Su fuerza, sus ganas, su superación y también su miedo, porque aquí es donde ella te necesita, y aunque tú también lo tengas, se trata de dejarlo atrás e ir en una sola dirección, y esto es más fácil si tienes a uno o más compañeros de viaje a tu lado. “Gràcies Alba per tot el que no saps que m’has ensenyat”.