De golpe la palabra cáncer aparece en nuestra vida, en un hijo, una situación inesperada que te hace tambalear, hasta el punto de desesperarte. Te ves obligado a buscar a aferrarte a algo para entenderlo y tirar para adelante, asumirlo de la mejor manera posible. El tiempo no para y acaba jugando a nuestro favor, nos da herramientas para superarlo y sacar fuerzas para avanzar y afrontar esta terrible enfermedad, el cáncer. Gracias por la actitud que has mostrado en todo momento, me ha ayudado a ser una persona más fuerte y he aprendido a valorar la vida desde otra perspectiva.
Como madre a nivel emocional te quedas bastante destrozada y buscas justificaciones y explicaciones donde no las hay. En el momento en que te encuentras en este punto neutral, te evocas en aquellas personas que quieres y buscas un soporte incondicional, aunque solo sea en momentos puntuales, pero el resto lo has de hacer tu, con coraje, valentía y con una actitud positiva delante la enfermedad… yo he estado de suerte, mi hija ha estado maravillosa y éste echo me ha ayudado a tirar adelante, a aprender de los valores que me ha transmitido y a valorar la vida de otra manera.
Soy una abuela preocupada por la salud de todos, como es natural, pero el «mazazo» que recibí por parte de mi nieta mayor fue muy impactante. Le salió un bulto grande en el cuello, no quería pensar, pero pensaba y me quería engañar diciéndome que eran unas anginas. El doctor pedía analíticas y todo parecía correcto. Pero los ganglios iban creciendo. ¿Que está pasando? Le hicieron varias pruebas pero no salía ningún indicativo de cáncer. Todos estos meses tenía una angustia que me comía por dentro pero yo callaba. Finalmente le hicieron un TAC completo de la cabeza hasta la pelvis por recomendación de un médico externo. Lo siguiente para mi es que vino a casa con su madre y me dijo que tenía cáncer, un Linfoma de Hodgkin.
¿Porque? ¿Porque? Porque no me ha tocado a mi que ya tengo una edad, ya he vivido mucho, he hecho muchas cosas.. Por favor… No puedo llorar, si lloro la hundo a ella y a toda la familia. Lloro sola con una rabia que no se puede calcular, como las pataletas de un niño que no sabes lo que quiere, porque lo hace, ni como parar el llanto, inconsolable.
Los días han pasado, el proceso de congelar óvulos, para poder ser madre un día y los ganglios seguían grandes como un collar de perlas grandísimas. Ella engordó y se veía fea. Pero, ¿porque? ¿Porque le tocó a ella y no a mi?
Empezó la quimioterapia compaginada con los estudios y el trabajo que le conlleva, estaba débil, parecía más una vieja que yo. Se me agarraba fuerte, tenía miedo. Yo también. No hay más, la medicina tenía su solución, su salvación. Faltaba la radioterapia. No se terminaba nunca el proceso. Después iba viendo como se adelgazaba, los ingresos por fiebre, los mareos, los vómitos. Era muy duro.
Tienes que seguir con tu vida y disimular. Viajas, sales, bailas por tu esposo y por todos los demás. Te sientes culpable cuando te lo pasas bien porque ella está sufriendo con los tratamientos tan duros que tiene que soportar. Lo que te alivia es que sabes que es lo que toca. Los bultos del cuello desaparecen. ¿El Port a Cath en el pecho por años? ¿Años? ¿Por si se repite? Casi no podía ni comer porque la radioterapia le había irritado cuello y boca, media cabeza sin pelo, la parte donde le tocaba la radio se lo quemó. Pero hay que ser positivo, ¡ya está bien!
Hay que ayudar, que cuerpo tan mono se le ha puesto. El pelo corto le queda bien, está estilizada. Con toda la rabia y el malhumor que nos ha metido el cáncer en nuestra familia no tenemos más remedio que aceptarlo y entenderlo, porque cuando toca, está allí y hay que combatirlo, como sea, hacer lo que dictan los médicos y tener mucho coraje.
A los 23 años es estupendo poder replantearse una nueva vida y a los 71 también. Todos aprendemos mucho detrás de tanto dolor y sufrimiento.